sábado, 5 de marzo de 2011

De Ojos y de manos. Cuenta regresiva al revés - Héctor Ranea



0 – ¿Qué ven los ojos muertos?


1 – Mirada del ojo zen
Nada.

2 – Lo último que vio antes de besarla
Ojos negros.

3 – Mirada furtiva del ángel ateo
Perdón, mi cielo.

4 – Proverbios 6:17
¿Habla de Pinochet, cierto?

5 – Proverbio. Solipsismo ganadero capitalista
Sin ojos ¿no hay ganado?

6 – Proverbios. Náufrago preparado
O ayuno o como mis ojos.

7 – Miradas y visiones
¿Qué ojo llegó a verte como yo?

8 – ¿Cómo bailan los ojos?
Al soñar nuestros ojos bailan con los muertos.

9 – Colectivo
Todos queremos zambullirnos en los ojos de esa morena.

10 – Talión revisitado
Entre las moscas, la ley del Talión lleva años ejecutar.

11 – La misma vieja historia
Fueron, claro, los ojos más bellos. Hasta que dejó de amarla.

12 – Virtudes que son defectos
Ofrecí generoso mis sueños a mis ojos, pero se comieron mis cuervos.

13 – Sin remedios caseros
No hay ajo que quite el olor a ella de sus ojos abandonados.

14 – Escepticismo fútil
Es inútil decirme que ese ojo que me mira no exista. Es el mío.

15 – Desconfiado como el ojo
Necesité que mi ojo me viera directamente para creer que existo. Ahora soy creyente tuerto.

16 – Sin destino
Por más que se esfuerce, este cuervo no podrá comer los ojos del criador. Es vegetariano.

17 – Proverbios 15:3
Tuve que acercármele para mirar al extraterrestre. Tenía ojos en todas partes, pero era, en verdad, ciego.

18 – Mirage d’amour
Tuve los ojos tan fijos en el horizonte, que al mirarla pensé que era el Sol del amanecer.

19 – Alegoría con carancho
Despachurrado yacía el ojo azul de un carancho albino. Ni las hormigas se acercaban a comerlo, sólo sus hermanos.

20 – Proverbios
Problema de confianza es cuando mi ojo izquierdo recela del derecho: se miran con inquina y no ven el alma.

21 – Igual que con la manzana
Temo perder mis ojos, pero no resisto la tentación de criar este cuervo que recita tan bien a Poe. En inglés.

22 – Más ojos que leen
En la mano lleva un ojo que no está tatuado. Con ése, el pianista ve los colores de la música que toca.

23 – Proverbios y falsedades
Crié cuervos: no me sacaron los ojos, me enseñaron a ilustrar libros que enseñan que los cuervos que críes te comerán los ojos.

24 – Mercado de ojos
—¡A peso los ojos de calamar! —voceaba la gorda.
—¿Para qué sirven? —pregunté.
—Con su tinta escribió su mejor soneto Donne —me contestó sonriente.

25 – Proverbios sobre Golem
Su corazón era de vidrio, como sus ojos. Éstos no veían, el corazón no latía. Vivía por la arcilla, ¿para qué quería corazón y ojos?

26 – Las manos que tocan al pianista
El pianista tocó todo de memoria, pero su ojo vio una dama que pasó las páginas inexistentes de las partituras. ¡Es que tenía manos tan lindas!

27 – Olvidos magistrales
El viejo enseñaba al aprendiz el funcionamiento del atanor cuando previó una receta infalible para el crecimiento del pelo. Al terminar la lección, ya la había olvidado.

28 – Un ojo, un acierto
Miro por entre las hojas y ¡me lleve el tren! La bala me acierta en un ojo. Es triste, pero donde pongo el ojo, me ponen la bala.

29 – Perspectiva en mesetas sin confín
Sobre la lejanía plana de la meseta, el tamaño del ave engaña. Lo que creo un águila es una lechucita y lo que parece un cuervo es un poeta.

30 – Mutación manual
Esta mujer que a mi lado se cambia los ojos con tanta soltura acaba de sacarse las alas de cuero. ¿Debo esconderme o hundirme en su pecho de diosa extravagante?

31 – Criado así
Dejó el pucho en el escalón de mármol del templo y sacó un cuchillo que, adiviné, era de plata. Se acercó y dijo:
—Soy tu cuervo.
Y me comió los ojos.

32 – Rauch
El maldito general ahorraba balas. Cuando podía, degollaba a sus víctimas. De una de ellas saltó un ojo que él escupió. En las lágrimas que surgieron, previó que un alpataco acabaría degollándolo.

33 – El ojo marca el camino
Nadie sabe por qué seguí al gato. De día fue fácil, pero más de noche, por sus ojos. Cuando llegué a la puerta de su casa, supe que no había seguido un gato.

34 – El ojo no es culpable en esos casos
En el órgano de una Iglesia desacralizada, en los alrededores de Verrazzano, se conservan los ojos del último organista, tapando dos tubos. Los usaba para mirar a la mujer del Capitán de la ciudad.

35 – La pasión, según el piano
El piano espera al pianista: afinado, lustroso, bello, simulando tener los ojos cerrados para excitarlo un poco más y dar pabilo a su desenfreno. Pero deseaba que tocara Liszt fogosamente y tocó sólo Debussy, meditabundo.

36 – La hija no reconocida de Moby Dick
El contramaestre estaba desorientado y no era por el ron. La ballena blanca estaba dándole vueltas al “Nantucket” y miraba con ojo implorante. Dio un mordisco al tabaco y gritó:
—¡Otra ballena suicida a babor!¡A cazar!

37 – Perspectiva de la perspectiva
Si desde cierto punto miro el laberinto sé que todos los pasadizos secretos me serán descubiertos y el escape del Minotauro es seguro. El problema es que no sé con cuántos de mis muchos ojos debo mirar.

38 – Cegador cegado
Lazzaro Spallanzani con una mano rogaba a su Dios, con la otra cegaba murciégalos para descubrir los designios del amo de su otra mano sobre su vuelo. Dante, si lo viera, no lo ubicaría con Francesca, de seguro.

39 – Dudas planteadas por la certidumbre
Cuando el maestro zen habló de agudizar su visión interior, ella tragó su tercer ojo, como siempre. Pero aquella vez la glándula quiso visitar el lugar sin Sol y vino con la noticia de que tal denominación era incorrecta.

40 – Perspectiva. Un punto de vista
El río no avanza sin dos orillas, sólo muere. El mar no avanza: no tiene orillas, pero en semejante inmensidad vive. Sin punto de fuga no hay muerte, sin muerte no podría amarte. Sin amarte nada de esto tendría sentido.

41 – En la Patagonia
Mirando el plano de la meseta comprendo que el horizonte nunca está donde creo que está y que más allá no puede haber ni leones ni ñandúes porque ese más allá siempre está a un paso de distancia de este más acá.

42 – Pescador de Cabo Vírgenes
Habituado, descubre el faro norte. El hombre imagina, esa noche de tormenta entre olas gigantes y mareas de primavera, al velador imaginario que acampa en su guarida, cazando pumas locos, encontrando el oro de Magallanes. Cierra la bitácora. Esta noche habrá cangrejos.

43 – Perdido por perdido
Las lecturas, como a tantos, inspiraron al joven a buscar su camino, pero no miró allende el horizonte sino dentro de su lecho. Sus aventuras aparecieron en revistas de lechonautas, tribu de aventureros de las sábanas. Fue famoso, pero nadie conoció su cara.

44 – Protesta en ciernes
La Academia de Visión aprobó recientemente los ojos para androide que simulan lágrimas con silicona transparente y poseen la visión distorsionada de sus pares humanos. Los androides son reluctantes a usarlos pues son adictos a la perspectiva wide screen para ver tenis en vivo.

45 – Rata sin fe
De todas las ratas que existen, me toca una sin fe, masculla el prisionero. Hay las que te sacan los ojos con sus pseudomanos, ésta sólo lee mis escritos. El Divino Marqués se abandona a segundos de autoconmiseración . Rauda, la rata corrige sus escritos.

46 – Ojos que explotan para siempre
Sus ojos estallaron para siempre. No pudieron evitarlo ni abrazos, ni caricias, ni el venero de sonrisas que se le ofrecía cada vez que brotaban los plátanos. Para todo eso, parece, fueron ciegos, sólo tenían luz para una y sólo una sonrisa. Y ella se fue.

47 – De nada sirve tener ojos si la cabeza es ciega. Proverbio árabe
En la soledad de su celda, Bruno calcula la órbita de Júpiter, los ciclos de eclipses lunares, la excentricidad de Marte y especula sobre la existencia de un planeta más allá de Júpiter, pero el Juez no sabe matemáticas. De nada sirve: todo irá a la hoguera.

48 – Tuerto iluminado
La serpiente dibujada por el iluminador estaba en el acto de seducirla.
—¡Mete mi cabeza en tu boca! —Gimió, pero Eva, indiferente, sólo mordió la manzana.
Al fraile se le cayó el pincel, lo que excitó a la víbora que saltó del palimpsesto y engulló su ojo izquierdo.

49 – El ojo que lee
Es cierto que verlo me costó un ojo, pero cuando la cucaracha beoda de Plaza de la Libertad, en Praga, me ofreció llevarme a un salón de masajes Thai se me fue la sangre al occipucio y empecé a leer con otros ojos a Kafka. De hecho, uno solo.