sábado, 15 de agosto de 2009

Compartir es bello 1 - 19 ráfagas escritas a dúo con mis amigos


Tiempo de cambios - Antonio J. Cebrián & Sergio Gaut vel Hartman
El anciano miró atrás por última vez y vio toda su vida pasada. Contempló el cuerpo nuevo y joven que lo aguardaba y sonrió. Ella ya se había vestido.

Inevitabilidades - Miguel Dorelo & Sergio Gaut vel Hartman
Al despertar, la princesa no esperaba encontrarse con semejante sorpresa. El príncipe era viejo, le faltaban casi todos dientes y olía a orines. Pero leyendas son leyendas. Suspiró y se dejó llevar.

Gatoletras – Héctor Ranea & Sergio Gaut vel Hartman
Llevo a mi gato sujeto con una correa; no debe hacerse, pero en su pelaje hay frases, párrafos, libros enteros. Cada vez que alguien lo alza y lee, la realidad se transforma.

Lugares comunes - Francisco Costantini - Sergio Gaut vel Hartman
El sauce desenterró sus raíces y avanzó hacia ella. Nunca había experimentado en carne propia eso que se dice de la “lujuriosa vegetación”.

Pasatiempos - Susana Duré & Sergio Gaut vel Hartman
Teseo dijo que nada le gustaba más que remontar cometas y Ariadna ya no confió más en él.

Concretando proyectos - Carlos Feinstein & Sergio Gaut vel Hartman
Dyson siempre había sido introvertido, pero cuando finalmente puso en práctica su idea la galaxia entera lo miró con odio.

Desilusión - Oriana Pickmann & Sergio Gaut vel Hartman
La princesa no puedo dormir aquella noche; no podía creer que lo que había estado aguardando durante un siglo era nada más que eso.

Pop corn - Nanim Rekacz & Sergio Gaut vel Hartman
Un avión estalla en el aire y los cuerpos se abren al sol como palomitas de maíz doradas y blancas; todos siguen viendo la película por el resto de la eternidad.

Racha nefasta - Javier López & Sergio Gaut vel Hartman
En aquellos días, la narrativa estaba de luto; murieron el cuento policial, la novela histórica y el relato costumbrista. El cuento fantástico estaba en coma y la microficción intentó suicidarse.

El que guarda tiene – Saurio & Sergio Gaut vel Hartman
Se estaba muriendo. Los médicos le habían dado sólo unos meses de vida. Pero él, ahorrativo, los guardó en un cofre hermético y no los dejó salir. Le duraron doce años.

La realidad es siempre un accidente – Carmen Carrillo & Sergio Gaut vel Hartman
Testarudo personaje de novela, no escuché a los que me decían que sólo existo en la ficción… y aquí me tienen, hospitalizado tras chocar contra un hecho.

Amnesia – Rafael Vázquez & Sergio Gaut vel Hartman
Las desmemoriadas no guardan relación con el lugar visitado, hablan de otros espacios, momentos, gentes… Los souvenirs del olvido se venden en cualquier farmacia.

Irrestricto – Héctor Ranea & Sergio Gaut vel Hartman
Derogaron la ley de la gravedad y la segunda ley de la termodinámica porque limitaban el poder divino. A partir de ahora la entropía se vende en los supermercados y nadie tiene sobrepeso.

Ladrón – Nanim Rekacz & Sergio Gaut vel Hartman
Llegué a un lugar llamado quimera, utopía, delirio... hay pan casero, queso, casas confortables y agua pura. Aquí, los que le roban palabras a la mujer amada reciben, como premio, un beso.

Repostería sexual – Saurio & Sergio Gaut vel Hartman
—A falta de pan, buenas son las tortas —dijo ella, mientras se desnudaba. Y agregó: —Además, el francés murió en su ley, acuchillado, pero este budinazo parece duro, como todos los galeses.

Ficción especulativa - Antonio J. Cebrián & Sergio Gaut vel Hartman
Corrió en dirección a ella, esta vez, nada en el mundo lo pararía. El espejo opinó lo contrario. A sus espaldas, la mujer lanzó una sonora carcajada.

Efectos impensados - Susana Duré & Sergio Gaut vel Hartman
Cuando alguien escribe sobre aviones que estallan en el aire, hace ficción de alto vuelo con resultado explosivo, lo que produce un efecto catastrófico en el ánimo de los lectores.

Intercambio – Carmen Carrillo & Sergio Gaut vel Hartman
Ella era caníbal y él, vegetariano. Ella devoraba sus órganos y miembros de a poco mientras él disfrutaba imaginándolos transformados en abono para su huerta.


Operación – Adolfo Leguizamón & Sergio Gaut vel Hartman
Ante la gravedad de la crisis global, los médicos anularon la ley respectiva. Los pobres —nadie les avisó de la medida— subieron flotando como globos y se perdieron en el espacio.

Ilustración:

Antoine Bouvard, nacido en St. Jean-de-Bournay, Francia, 1870-1955