martes, 7 de julio de 2009

Parpadeos encadenados de Zárate, Ranea y Gaut vel Hartman


Jose Luis Zarate
Llueve en Buenos Aires. Escribo. Sigue lloviendo. Escribo. No para de llover. Escriglubglub.

Sergio Gaut vel Hartman
Nado ferozmente. Llego a México. El aire es seco, muy seco. Mi cuerpo se apergamina. En mis entrañas quedan los cuentos que no llego a escribir. Los arqueólogos del futuro me abren en canal y los descifran.

Héctor Ranea
Las microficciones dispersas se unieron bajo la lluvia, se subieron desde el pie del escritor en Buenos Aires y lo ahogaron mientras escribía y escribía.

Jose Luis Zarate
La autopsia del escritor reveló los cuentos que no había escrito. Pero las pruebas de laboratorio las llenaron de faltas de ortografía.

Sergio Gaut vel Hartman
Las faltas de ortografía reveladas cuando se realizó la autopsia del escritor se organizaron formando un nuevo idioma y los cuentos que no había escrito aparecieron en los precipitados de las sustancias usadas en las pruebas de laboratorio.

Héctor Ranea
Escribe novelas con microficciones ensortijadas por conexiones anómalas. Tanto están enmarañadas que cuando las publica, los libros se enrollan en todo lo que encuentran. Incluidos lectores anónimos.

Sergio Gaut vel Hartman
Aquellos escritores, separados por un abismo de tiempo y distancia, produjeron cientos de ficciones diminutas e invisibles que se hundieron en las profundidades de un mar moribundo. Pasaron los eones y aún no han sido redescubiertas.

Héctor Ranea
La audacia del alquimista logró extraer, de los libros enroscados, una gran historia que nunca será contada. La alquimia, todos lo sabemos, tiene dos esencias: la intrepidez y el secreto.

Ilustración: pintura de Mitchell Glantzman.