lunes, 25 de enero de 2010

43 (si no conté mal) Ráfagadeos suspirosos de Jericles


El astronauta salió de la nave, y realizó la primer caminata espacial. Su compañero, lejos de emocionarse, gritó: “¡La puertaaaaa!”

¡Qué atropello! ¡me quejaré a la secretaría de transporte!”, vociferó la dama, luego que el taxi-boy le cobrara quinientos dolares

“Hijo, es hora que te hagas cargo de la empresa”, dijo, entregándole una carpeta con 93 juicios por quiebra fraudulenta.

El día que estalló el planeta, siete mil millones de almas se hicieron las distraídas y exclamaron: “¡Yo no fui!”

“¡¿Estas son horas de llegar?!”, le gritó su mujer al tipito, que ya comenzaba a sentirse cansado de su vida de náufrago.

Las fiestas de Halloween eran divertidas y económicas, ya que allí, en Chernobyl, no necesitaban comprar máscaras.

“El dinero no es todo en la vida”, dijo el jeque de Dubai… “¡También está la ostentación y el exhibicionismo!”

El sommellier entró al “after hour”, y cuando comprobó que no lo veía nadie, pidió una botella de caña quemada.

“¡Entre guapos tenemos nuestros códigos!”, dijo Jacinto Medina, y después de asestarle ciento veinte puñaladas le pidió disculpas al rival”

Las autoridades del monasterio tibetano decidieron que era hora de cambiar, y organizaron un festival con músicos punk y metálicos.

Naciones Unidas reaccionó enérgicamente, tras el ataque yanqui al hospital y la escuelita: “¡La próxima vez los dejamos sin postre!”

En la Cumbre sobre Medio Ambiente donde trataban el drama del deshielo, echaron al empleado que dejó desenchufado el congelador…

-¡Mirá, mamá, ¡puedo volar! ¡puedo volar!- gritó Enrique.
-¡Serenate- dijo la madre -si no viene la azafata y te reta.

El prestigioso científico guardaba los embriones congelados en la puerta de la heladera, entre los huevos y el queso rallado.

¡Ojalá pudiera hacerme la rabona como ustedes!, suspiró el niño, mientras su madre, Paula Albarracin, lo llevaba al colegio a la rastra.

Algunos dijeron que era un milagro, otros que se trataba de un truco para atraer turistas… ¡La Gioconda lloraba sangre!

Encontraron un espía ruso en el placar de Jimmy Carter… ¡Nadie le había avisado del fin de la guerra fría!

“¡Guardia! Internet está lento, y se descompuso el aire acondicionado! ¡Pueden repararlo?” gritó Al Khayar, sacudiendo los barrotes de Guantánamo.

“¡Es una joya! ¡Tiene aire acondicionado y caja de quinta!” se entusiasmaba el terrorista árabe, mostrando su nuevo coche-bomba.

Nadie le creía… ¡Había visto en el Mercado al Sultán de Brunei, comprando osobuco, zapallo y batata para el puchero!

Leonardo Da Vinci fue un adelantado a su época: ¡En 1498 ya tenía su blog y su propia página web!

El monje se retiró indignado del monasterio budista… ¿Cómo podía no gustarles a esos amargados escuchar regaetone a todo volumen?

“¡Tu padre estuvo trabajando todo el día en el desierto! ¡¿Podés dejar de jorobarlo?!”, le dijo mamá camello a su hijito.

Fanática de la belleza, no sería raro que la muerte de Cleopatra esté relacionada con alguna mala praxis de botox.

“No hay edad para el placer”, sostenía aquella misteriosa sacerdotisa del sexo, mientras daba clase de Kamasutra en los geriátricos.

“¡Hagamos bolsa todo! ¡Ganemos el poder por la fuerza!”, hubiese gritado Mahatma Gandhi, de haber vivido en esta época crispada…

La industria de la belleza pasa un mal momento: ¡Manuelita la Tortuga enjuició a un cirujano plástico francés por mala praxis!

Bienvenidos, señores conquistadores, a las Indias, tierra de paz y promisión!”, fueron las últimas palabras del inocente indígena en 1492.

La frase de Helder Cámara vuelve, recargada: “No hay nada más violento que el hambre… ¡de ostentación de ciertos millonarios!”

“¡Soy recién llegado al pabellón de alta peligrosidad, así que no me joroben!”, dijo. Desde entonces lo apodan “El Maltrecho”…

Hallaron en Madagascar una desconocida y peligrosísima especie de león, que prescindiendo de su mandíbula, mata instantáneamente con su mal aliento.

“No nos calentemos más por este planeta,- dijeron en la Cumbre sobre Medio Ambiente- ¡Total en la Luna hay agua!”

-¡Estamos de paso por la vida! ¡Somos un suspiro!, comentaban apesumbrados los dos amigos en el velorio de Matusalén.

Aquel musulmán carecía por completo del sentido de la orientación: ¡a cada rato se inclinaba a orar de frente al Vaticano!

Para bajar los altos niveles de desocupación, en Alemania ya estarían pensando en volver a levantar el Muro de Berlín.

-¡Todo mal!- se lamentaba Popeye -Olivia me dejó, Brutus me muele a palos… ¡y todo desde que consumo espinaca transgénica!

Desde que se declaró la huelga, el Museo Louvre no era el mismo: ¡daba pena ver a la Gioconda caracúlica!

Su mujer le contó que él tenía un talento desconocido: ¡con sus ronquidos interpretaba obras musicales alemanas del siglo 17!

Para la celebración del Día del Médico, el encargado del asado era el cirujano, que siempre elegía los mejores cortes...

“¡Guardias, a mí! ¡Este champán extra-brut lo quiero helado!”, se quejó el preso, en la celda de castigo de Alcatraz.

Nadie se explica cómo el arqueólogo, realizando excavaciones en Judea Antigua, encontró un celular con MP4 del siglo 11 AC

La Reina de los Travestis 1999 se dejó crecer la barba, y ahora las autoridades del certamen amenazan con quitarle el cetro.