domingo, 18 de abril de 2010

Parpadeos insistentes con tema único, excluyente y ostinato - Héctor Ranea


Inestimable aporte de la mierda sacra a la solución del dilema finisecular de las palmeras albinas.
1
Y en verdad, cuando creímos que entender la condición de las palmeras nos sería negado por siempre, una apoteótica lluvia de mierda nos anegó. Dicen meteorólogos entendidos, que provenía de cierta bahía innombrable, pero todos agradecemos por la solución a su condición sacra.

2
Un desasosiego inusitado corría por la calle principal. La palmera albina podía ser con los cocos negros por dentro. Para saberlo se necesitaba uno, pero todos temían por su vida si lo intentaban. Allá arriba, los cocos guardaban su misterio por medio del miedo.

3
Don Saturnino Cuevas le escupió a la palmera de barlovento. La casualidad hizo que el escupitajo le volviera sobre sus labios. Desde entonces nadie escupe a las palmeras albinas.

4
Una señora vino de la capital con ínfulas de compradora de palmeras albinas, sacó la tarjeta platinada y ofreció una cifra realmente jugosa. El intendente ofreció sellar el trato bajo la sombra de ellas. Pero por varios días no dieron sombra. Al final, la rubia se fue furiosa.

5
El día que llovió mierda sacra, a pocos kilómetros de ahí, en una charca de pájaros, cayeron sapos mudos, murciélagos hipermétropes y un metro y medio de piojos. Como los diarios no pudieron salir, nadie ligó los dos acontecimientos.

6
–¡La palmera de estribor está perdiendo el rumbo! –gritó desaforado el grumete cortapalos del baldío.
Obviamente nadie le creyó, habida cuenta del paralaje.

7
Dilema de las palmeras albinas. O la de la babor es albina o la de estribor muy tinta.

8
–¡Eso! –exclamó mi padre. –Que digan de una buena vez en qué fue útil la mierda divina. ¿No?

9
Un asteroide de sesenta y nueve metros de diámetro se acerca a la Tierra a sesenta y nueve mil kilómetros por hora. Sesentinueve médicos y científicos analizan abrir un agujero en la Tierra para que pase de largo. Pero en el medio están las palmeras albinas.

10
El intendente toma mate bajo la sombra de la palmera de sotavento. Las hojas parecen mecerse como velas.
–No; –me corrige el hombre. –Se mecen como alas de ángel,
Algunos intendentes toman mate de caña.

11
Entré al bar y me senté al lado de una sombra de palmera. No alcancé a pedir la ginebra que eructó:
–¡Buenos días!
–Pensé que era palmera –contesté estupefacto.
–Lo soy, pero con el frío vengo a por unas ginebras matutinas.
–Como buen paisano –acotó el del bar.

12
Las palmeras albinas desarrollan un fruto lleno de estopa, dentro del cual hay una semilla gigante. La diferencia con las palmeras habituales reside en el color del madero, pero también en que resisten mucho estando lejos del mar.

13
Tomando café con la palma, me convencí de que el precio era accesible, aunque no conocía su forma de hacerlo, pero ella se insinuaba suave y controlada, sentimental y coqueta. Decidí pagar lo que pedía por tener algo de sombra de sus hojas.

14
Tanto va el colector a la palma, que al fin le quita cocos. Esto era, más o menos, lo que decía un cartel colgado de una palma. Yo seguía subiendo y bajando. Lo haría hasta que tuvieran dátiles.

15
La solución al problema venía con el problema me dijo Walt. Todos seguimos buscándole una hasta que llovió, llovió. Llovió agua fría, dulce, llovieron hojas de árboles que ni creíamos que existiesen. No encontramos la solución, pero Walt se enamoró de la palmera a sotavento.

16
La mayor catástrofe tremenda en la playa de las palmeras: un venezolano tocó un son cubano bien chévere. Las palmeras se inclinaron, la de babor a estribor, la de estribor a babor de modo que en la playa quedaron como piernas abiertas de una mulata.

17
La película comenzó a cansarme cuando a los cincuenta segundos el detective privado se subió a un taxi ordenándole seguir una palmera que huía. ¡En toda la película no pudieron alcanzarla!

18
Las palmeras mantuvieron trescientos dos nidos de diversas aves en sus hojas enormes. Eso sí, los huevos pardos eran visibles desde lejos por los gavilanes comehuevos por su alba transparencia. La comuna facilitó a las aves un decolorante especial para descorazonar gavilanes. Sólo funcionó por un lapso breve.

19
El abuelo sentó a todos sus nietos cerca para contar la historia de las palmeras albinas y cómo la mierda sacra ayudó en la encrucijada. Sin embargo, no bien comenzó, la más pequeña preguntó qué era una palmera. Así que tuvo que empezar, nomás, por el Nilo.


20
Cuando describió una palmera debió proseguir hasta explicar qué era un coco. Qué era el mar y cómo las palmeras invitan a la gente a tomar ron. Los niños se durmieron, excepto la gurrumina que seguía preguntando por el Nilo.

21
Cuando el abuelo murió después del nonagésimo octavo intento por explicarse la solución del dilema de las palmeras albinas, el pueblo se quedó sin respuesta. Sólo quedaba mirar al cielo por si el milagro de la mierda sacra se repetía otra vez.

22
Inestimable aporte de la mierda sacra a la solución del dilema finisecular de las palmeras albinas.
El pueblo no separó, no reparó, no resolvió el enigma. Palmeras albinas acá, mierda sacra, allá.